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Historia




¿Cómo se funda el Monasterio?
 La Orden Jerónima estuvo muy unida a los nobles y reyes de Castilla y admitía el ingreso de laicos, como lo fueron sus fundadores Fernández Pecha y Yáñez Figueroa. Y un noble sevillano, fray Diego Martínez , religioso del monasterio de Guadalupe, fue el fundador del monasterio de San Jerónimo de Buenavista de Sevilla. La historia empieza en 1413 cuando fray Diego que, además de fraile, es docto en Derecho es llamado a Sevilla para el asesoramiento jurídico en asuntos familiares por su padre, tesorero de la Casa de la Moneda. Y a Sevilla llega fray Diego junto a otro profeso de Sevilla, fray Juan de Medina. Una vez resueltos los problemas financieros, la madre de fray Diego, perteneciente también a la nobleza sevillana propone a su hijo la fundación de un monasterio jerónimo en Sevilla. Contando con el apoyo del entonces arzobispo, Alonso de Ejea y con la cesión por parte de Juan Jurado, de un terreno extramuros de la ciudad, el de Mazuelos o Buenavista, fray Diego obtiene la licencia del prior de Guadalupe y toma posesión de las tierras el 27 de enero de 1414. Muy poco después, el 11 de febrero, se organiza una procesión para la consagración del monasterio. Fray Diego quedaría como superior aunque dependiendo del monasterio de Guadalupe hasta el año 1426.
 Primeras obras 
Como contaba con la ayuda del arzobispo y de su padre, tesorero real, fray Diego comenzó muy pronto las obras de la capilla en gótico flamígero que duraron desde 1414 hasta 1450. Desde el principio, el monasterio contó con donaciones privadas y privilegios municipales que hicieron que sus rentas y propiedades fuesen muy abundantes. A esto hay que añadir que la madre de fray Diego muere en 1429 y que el prior de Guadalupe reclame para sí la herencia de tal manera que, fray Diego abandona temporalmente su condición de prior para dedicarse a pleitear por los derechos de Buenavista que, por supuesto, ganó.
 Comunidad jerónima en Sevilla
 Con el prestigio conseguido, se funda en 1431 el monasterio jerónimo de San Isidro del Campo y en 1475 se funda el convento de Santa Paula de la Cruz, uno de los primeros de madres jerónimas y donde quedarían confiados muchos de los archivos del monasterio. En 1491 se encarga a la imprenta un Antifonariom, convirtiéndose en la primera comunidad sevillana que recurre a un invento tan moderno. Cuando en 1503 doña Catalina de Ribera funda el Hospital de las Cinco Llagas se concede a los priores de los monasterios de Santa María de las Cuevas, San Jerónimo de Buenavista y San Isidoro del Campo la custodia de dicho Hospital. A este le seguirían otros patronazgos que son muestras del prestigio del Monasterio en la época. Esto no sólo cuenta como prestigio social y económico para la Orden sino que, además, se puede hablar de influencia del Monasterio incluso en la arquitectura de la época en Sevilla ya que los hermanos de la Orden supervisaban la construcción de todos los edificios sometidos a su patronazgo. Además, su privilegiado emplazamiento frente al río, con hermosas vistas y tan lejos de las epidemias que cada cierto tiempo asolaban la ciudad, hacen que este monasterio sea el favorito de hombres religiosos y laicos insignes y que sea escogido por la Corona para que allí pernocten los Reyes visitantes antes de entrar en la ciudad. Así los Reyes Católicos durmieron 8 veces entre sus muros, más dos que lo hizo Fernando el Católico con su segunda mujer, Germana de Foix. Después vendrían Carlos I con ocasión de su boda con Isabel de Portugal. También lo hizo Felipe II que, además, encargó a los frailes la impresión de la Bula de la Santa Cruzada para las Indias, por lo que en el Monasterio de San Jerónimo se instala una imprenta en su interior. En realidad, el encargo era para los jerónimos de San Lorenzo del Escorial, pero resultaba más rentable la impresión en Sevilla de donde salían los barcos para las Indias. 
El Monasterio en crisis
 A finales del XVII comienza la crisis de la ciudad de Sevilla. De ser una de las ciudades más abiertas, más intelectuales y artísticas y la más poblada después de París, Londres y Nápoles, puerta de América y Europa se ve amenazada por varias epidemias de peste que la hacen perder la mitad de su población y a entrar en una gran crisis económica. El monasterio sufre también por este descalabro que se ve aumentado por las pérdidas que se produjeron con motivo de las inundaciones de 1626. Además, surgen nuevas Ordenes Religiosas, como la de la Compañía de Jesús, que terminan con la situación de privilegio que tenía la Orden de los Jerónimos con la Corona. La Corona Real está pasando una grave crisis económica que le lleva a recortar los favores y privilegios concedidos a la Orden en general, y a San Jerónimo de Buenavista en particular, sino que durante la estancia de los Reyes en el Monasterio, éste tendrá que contribuir a las campañas reales; llegando incluso a donar hasta 45 de sus casas en una de las campañas de Felipe IV. A esto hay que añadir que las visitas de los monarcas a la ciudad se van espaciando al dejar de ser Sevilla la ciudad rica y próspera que fue en otro tiempo. Así desde que Felipe IV pernoctó en San Jerónimo antes de entrar por la puerta de la Macarena en 1624 hasta que lo hizo Felipe V, ha de pasar algo más de un siglo. 
El Monasterio de San Jerónimo de Buenavista y el Arte
 A pesar de su decadencia, La comunidad de los jerónimos en Sevilla continúa invirtiendo en obras de arte. Ya en el primer cuarto del siglo XVI el florentino Torrigiano labró la imagen de San Jerónimo Penitente que actualmente puede contemplarse en el Museo de Bellas Artes de la ciudad. En el siglo XVII los jerónimos encargan a Zurbarán una serie de cuadros sobre la vida de su Santo Patrón para el Monasterio de Guadalupe. Este pintor pinta sus cuadros en el Monasterio de Sevilla durante diez años y cuando parte para Madrid, los jerónimos de Sevilla recurren al pintor Valdés Leal. Así este pintor cordobés se instalará en 1656 en Sevilla y pinta para el Monasterio veintiún cuadros : seis grandes lienzos sobre la vida de San Jerónimo y doce de frailes de la Orden así como los de los tres fundadores San Jerónimo, Santa Paula y San Eustochio. Ya a finales del siglo XVIII, la Orden encarga al pintor sevillano Juan de Espinal veintiséis cuadros sobre la vida de San Jerónimo para los muros del claustro principal. Como iban bajo bóvedas tuvieron un formato semicircular aunque luego se retocaron para ser expuestos en dimensiones rectangulares. También se habla de unos frescos de Pedro Duque Cornejo que un poco antes que el anterior los realizaría para la escalera principal pero que no se han hallado.
 ¿El fin del Monasterio?
 Ya a comienzos del siglo XIX sólo quedaba una docena de frailes de los más de ciento cincuenta que tuvo en otras épocas el Monasterio. Las circunstancias políticas han cambiado mucho y San Jerónimo de Buenavista es ahora un monasterio extramuros con una gran extensa propiedad llevada por muy pocos monjes. Como se encontraban aislados no se encontraban capaces de proteger sus tesoros artísticos y los fueron trasladando a los conventos de Santa Paula y San Buenaventura. En agosto de 1809 se decreta la extinción del clero regular y la incautación de las fincas rústicas de la Orden. En febrero del año siguiente se incauta al Monasterio de todas sus obras de arte, mobiliario, imágenes, etc. Existe una prolija relación de todo lo incautado por la que se sabe que las alhajas de plata, orfebrería y ropa se llevaron a la Tesorería del Ejército; la biblioteca, a la Universidad; los utensilios de cocina al Hospital General, y los cuadros, almacenados en el Alcázar o bien llevados a otras iglesias de la ciudad como Santa Marina, San Juan de la Palma, San Andrés y San Gil entre otras. Actualmente se puede contemplar algunas de estas obras en el Museo de Bellas Artes de la ciudad. Entre 1815 y 1820 se produce un saqueo con incendio incluido que debió resultar muy destructivo para el recinto. Cuando en 1823 se permite a los jerónimos reintegrarse en sus conventos, les resulta imposible reutilizar la iglesia a causa de la terrible destrucción. En 1835 se produce la definitiva extinción de la Orden y lo poco que quedaba se lleva al convento de Santa Paula. Siguiendo la suerte de otros conventos el de San Jerónimo se convierte en 1843 en fábrica de cristales; antes había sido lazareto y también Colegio de Don Alejandro Farnel. Para poder ser fábrica tuvo que sufrir varias alteraciones, sobre todo, la iglesia, la torre y los miradores. En el centro de la iglesia se colocó el horno principal y la torre fue secadero. Los sucesivos expolios hasta el punto de la utilización esta obra de arte como cebadero para cerdos hasta muy entrado el siglo XX. En 1964 se declara el monumento de San Jerónimo de Buenavista monumento histórico- artístico pero sigue siendo una propiedad particular hasta que el Ayuntamiento de Sevilla lo compra para la ciudad en 1984. Aunque se han realizado algunas obras de remodelación y es utilizado para algunos actos, un deficiente sistema de vigilancia hace que el expolio que ha sufrido el Monasterio se vea incrementado actualmente por las continuas incursiones nocturnas de personas que siguen maltratando este bello documento histórico de la ciudad de Sevilla. Para evitarlo, algunos vecinos vienen pidiendo desde hace tiempo una mayor vigilancia y un buen uso del edificio, preferentemente como Centro Cívico. Pero hay que ir más lejos, hay que llegar a reivindicar el patrimonio artístico e histórico de una ciudad como Sevilla que no debe permitirse el vivir de espaldas a lo que un día fue.

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